
Me he tomado la licencia de escribir los pensamientos que yo creo pudieran haber tenido, en momentos determinados de sus vidas, dos grandes reinas, hermanas. Por supuesto no dejan de ser mis pensamientos, puestos en sus cabezas. En absoluto son hechos históricos probados y no pretende ser un documento con carácter histórico o biográfico. Se trata de mis reflexiones más personales en momentos determinados de la historia.
En el caso de Juana tomé la idea de un texto que leí hace mucho tiempo, por desgracia no recuerdo el nombre del autor. Él barajaba la idea de que la huida de Juana a Granada no era la de una mujer loca, si no la de una reina en busca de aliados. Para los pensamientos de Catalina, de la que reconozco conocer bastante menos, me he basado en los hechos escritos por Garret Mattingly, acerca de la biografía de ésta. Para mi la historia no es una ciencia exacta, máxime cuando siempre ha sido escrita por y para el hombre.
…Llegadas noticias de Tweeds, Jacobo ha entrado con sus tropas en Inglaterra, no cabía otra acción dado sus compromisos políticos con los franceses pero ¿dónde queda el tratado firmado con Inglaterra? Por otra parte era lógico, ¿no? Los escoceses siempre han aprovechado la ausencia del Rey de Inglaterra para intentar conquistar territorios, estando mi marido en Francia, ¿qué otra cosa podía esperar? Él pecó de ingenuidad al pensar que su cuñado lo respetaría, yo misma le convencí de que el Conde y yo podríamos controlar la situación en el caso de que Jacobo tomara esta iniciativa. Tampoco hubiera esperado más su sed de conquistas, de poco me hubiera valido haber intentado otra cosa, haber intentado que no cruzara el estrecho en este preciso momento. Lo único que puedo hacer sobre este particular: procurar que le acompañe el mejor médico de la corte, rezar a nuestro Señor por su bienestar, que disponga siempre de comodidad en el viaje e intentar que se cuide lo más posible dadas las circunstancias. Cada día es más pesado lograr que permanezca a mi lado. Esa batalla empiezo a darla por perdida…
Tengo miedo por él, su entrega en combate, su ausencia de miedo, creo que piensa que se trata de un simple torneo, que no es consciente de que no se trata de un juego más con el que divertirse. Es tan apasionado en la lucha y se entrega tanto que temo que su fuerte naturaleza le traicione y caiga enfermo. Escribo continuamente a Wolsey pidiéndole que cuide de él, quizá en demasía, pero no sé a quien más acudir, estando Enrique tan absorto en el fragor de la batalla.
Ahora he de darme prisa, no tengo tiempo para pensar en mi misma, ya abordaré mis preocupaciones personales más adelante. Surrey está reclutando tropas, he llamado al Consejo y al ejército reservista, mis damas bordan y preparan blasones y estandartes, hemos de ser rápidos, los escoceses no esperarán amablemente a que nos preparemos. Tengo que defender a mi pueblo en ausencia de su Rey y no crear más preocupaciones que distraigan a mi esposo de su objetivo. No he de ser yo la causa de cualquier error que le reste seguridad a mi bien amado.
Catalina mantén la cabeza fría, me digo cada día, he de pensar, he de concentrarme, no puedo permitir que el pánico se apodere de mí como ya lo ha hecho de Ruthall. Primordial la defensa de Londres, por Dios, ¿qué voy a hacer a ese respecto?. Desde el frente llegan noticias contradictorias acerca del número de hombres que componen el ejército enemigo, parte del mío ha de quedarse defendiendo esta plaza… por si algo sale mal… Dios no lo quiera…
En el caso de Juana tomé la idea de un texto que leí hace mucho tiempo, por desgracia no recuerdo el nombre del autor. Él barajaba la idea de que la huida de Juana a Granada no era la de una mujer loca, si no la de una reina en busca de aliados. Para los pensamientos de Catalina, de la que reconozco conocer bastante menos, me he basado en los hechos escritos por Garret Mattingly, acerca de la biografía de ésta. Para mi la historia no es una ciencia exacta, máxime cuando siempre ha sido escrita por y para el hombre.
…Llegadas noticias de Tweeds, Jacobo ha entrado con sus tropas en Inglaterra, no cabía otra acción dado sus compromisos políticos con los franceses pero ¿dónde queda el tratado firmado con Inglaterra? Por otra parte era lógico, ¿no? Los escoceses siempre han aprovechado la ausencia del Rey de Inglaterra para intentar conquistar territorios, estando mi marido en Francia, ¿qué otra cosa podía esperar? Él pecó de ingenuidad al pensar que su cuñado lo respetaría, yo misma le convencí de que el Conde y yo podríamos controlar la situación en el caso de que Jacobo tomara esta iniciativa. Tampoco hubiera esperado más su sed de conquistas, de poco me hubiera valido haber intentado otra cosa, haber intentado que no cruzara el estrecho en este preciso momento. Lo único que puedo hacer sobre este particular: procurar que le acompañe el mejor médico de la corte, rezar a nuestro Señor por su bienestar, que disponga siempre de comodidad en el viaje e intentar que se cuide lo más posible dadas las circunstancias. Cada día es más pesado lograr que permanezca a mi lado. Esa batalla empiezo a darla por perdida…
Tengo miedo por él, su entrega en combate, su ausencia de miedo, creo que piensa que se trata de un simple torneo, que no es consciente de que no se trata de un juego más con el que divertirse. Es tan apasionado en la lucha y se entrega tanto que temo que su fuerte naturaleza le traicione y caiga enfermo. Escribo continuamente a Wolsey pidiéndole que cuide de él, quizá en demasía, pero no sé a quien más acudir, estando Enrique tan absorto en el fragor de la batalla.
Ahora he de darme prisa, no tengo tiempo para pensar en mi misma, ya abordaré mis preocupaciones personales más adelante. Surrey está reclutando tropas, he llamado al Consejo y al ejército reservista, mis damas bordan y preparan blasones y estandartes, hemos de ser rápidos, los escoceses no esperarán amablemente a que nos preparemos. Tengo que defender a mi pueblo en ausencia de su Rey y no crear más preocupaciones que distraigan a mi esposo de su objetivo. No he de ser yo la causa de cualquier error que le reste seguridad a mi bien amado.
Catalina mantén la cabeza fría, me digo cada día, he de pensar, he de concentrarme, no puedo permitir que el pánico se apodere de mí como ya lo ha hecho de Ruthall. Primordial la defensa de Londres, por Dios, ¿qué voy a hacer a ese respecto?. Desde el frente llegan noticias contradictorias acerca del número de hombres que componen el ejército enemigo, parte del mío ha de quedarse defendiendo esta plaza… por si algo sale mal… Dios no lo quiera…

Tienes razón en eso de que la Historia es algo escrito por y para hombres. Aunque un historiador quiera ser imparcial, siempre toma el hilo de la trama que más le interés le suscita, ya sea por ideas religiosas, o ideas morales, o convicciones, o simpatías hacia los personajes... Por eso hay historiadores de "izquierdas" o "derechas", "religisos" o "ateos"... En fin... Por eso tengo la convicción de que no se ha de tomar por cierto lo que se lee en un libro, de darlo por sentado, hasta no leer otro que te diga exactamente lo contrario de los acontecimientos. No sé si se me entiende lo que quiero decir.
ResponderEliminarLa Historia, por lo menos hasta casi finales del siglo XX, ha sido vista desde la mirada de hombres. Y, por lo general, se les da un papel más relevante. Me hubiera gustado saber cómo se habría escrito desde la mirada de las mujeres... Seguramente los personajes importantes habrían sido otros. Nunca lo sabremos. Ha habido pocas mujeres dedicadas a este menester, por desgracia.
Ahora se está empezando a ver el papel importante de las mujeres en el devenir histórico. Y se escribe sobre ellas, con más o menos acierto. Pero es tremendamente fascinante. Hasta hace poco se les había dado papeles secundarios, o "perversos", como "mata-haris" de tres al cuarto. Y esa visión de las protagonistas del transcurrir humano hasta nuestros días no era nada justa.
Perdona la extensión de este comentario, pero me dejé llevar, porque es muy interesante.
Sigue así.
Un beso.
Una aprendiz de ésto de escribir